1. Rio Titicaca
Había una vez un valle muy fértil rodeado de montañas
altísimas. Ese valle estaba ubicado en el territorio que hoy ocupa el norte de
Bolivia y el sur de Perú.
Los hombres que allí habitaban vivían felices sin
preocupaciones.
Los Apus, dioses de las montañas, les procuraban todo lo que
necesitaban, desde alimento hasta abrigo. Además los protegían de todos los
peligros y angustias.
Los Apus habían puesto todos estos bienes a disposición de
los hombres con una sola condición: Que ningún hombre debía escalar jamás la
montaña donde ardía el fuego sagrado.
Los hombres siempre habían obedecido el mandato de sus
dioses protectores, pero un día, el diablo, molesto de ver tanta paz y
tranquilidad, comenzó a instigar a los hombres para que compitieran entre ellos
para averiguar quién de ellos era el más valiente. La muestra de coraje
consistía en desafiar a los dioses.
Un día, los hombres decidieron escalar la montaña donde
ardía el fuego sagrado, pero los Apus los sorprendieron a mitad de camino. Al
ver que los hombres habían desobedecido su mandato decidieron exterminarlos.
Bajo la orden de los dioses, cientos de pumas que poblaban la montaña del fuego
sagrado salieron de sus cuevas y comenzaron a devorarlos.
Los hombres pidieron ayuda al diablo, pero este los ignoró
porque ya había logrado lo que pretendía.
Desde lo alto del cielo, Inti, el dios del Sol contemplaba
la masacre con tristeza. Tanto era su dolor que lloró amargamente durante
cuarenta días. Tan profuso fue su llanto que sus lágrimas inundaron el valle
por completo.
Todos los hombres murieron salvo un hombre y una mujer que
estaban en una barca de juncos.
Cuando el sol volvió a brillar vieron que se encontraban
navegando sobre un lago enorme. Y sobre las aguas del lago podían verse los
pumas ahogados transformados en estatuas de piedra.
Esta pareja llamó al lago Titicaca que significa el lago de
los Pumas de Piedra.
2. Manco Capac
Hacia el norte del lago Titicaca había una región donde los
hombres vivían como animales salvajes. Sus casas eran cuevas en la montaña. Se
alimentan matando animales y arrancando frutos de los árboles. Para ellos no
existían las leyes ni la justicia ni los dioses.
Un día, el dios del sol, Inti, decidió que había que ocuparse
de instruir y civilizar a estos hombres.
Inti convocó a su hijo Ayar Manco y a su hija Mama Ocllo y
les pidió que descendieran a la tierra y crearan un imperio.
Entre sus deberes, debían instruir a sus habitantes en las
artes de cultivar y cosechar. Debían también enseñarles a respetarse entre
ellos y a venerar a su dios creador, el sol. También les ordenó fundar la
capital del nuevo imperio. Para ello les confió un bastón de oro y les dijo: Al
llegar al lago Titicaca deberán caminar hacia el norte cada vez que se detengan
deberán apoyar el bastón en la tierra. Cuando el bastón se hunda sin
dificultad, es porque han llegado al lugar indicado para fundar la gran ciudad
que será la capital del imperio. Esa ciudad se llamará Cuzco y desde ese lugar
gobernarán el imperio del sol.
Al día siguiente, los hermanos, ricamente vestidos,
descendieron sobre el lago. Los hombres y las mujeres que los vieron quedaron
deslumbrados y convencidos de que se trataba de seres sobrenaturales y los
siguieron a la distancia.
Los hermanos comenzaron su larga caminata hacia el norte
apoyando en la tierra el bastón cada vez que se detenían.
Los días pasaron, pero como el bastón no se hundía, seguían
caminando.
Un día llegaron a un hermoso y fértil valle. Cuando se
sentaron a contemplarlo apoyaron el bastón de oro y este se hundió sin oponer
resistencia. Esa era la señal que estaban esperando. Allí construirían la
capital del imperio, el Cuzco que significa el ombligo del mundo.
Ayar Manco se ocupó de instruir a los varones a cultivar y
cosechar. A construir sus viviendas y a cazar.
Mama Ocllo se ocupó de las mujeres. Les enseño a hilar y a
tejer con la lana de las llamas. A cocinar y a mantener el orden en sus casas.
Ayar Manco pasó a llamarse Manco Capac. Junto a su hermana
Mama Ocllo, que se convirtió en su esposa, gobernó el imperio del sol.
A partir de ese momento todos los sucesivos emperadores
fueron descendientes de Manco Capac y gobernaron el imperio con sus hermanas
devenidas en esposas.
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